Pablo nos indica una realidad que debemos aplicar en la
Carta a los Colosenses 3:13 Soportaos unos a otros y perdonaos unos a otros, si
alguno tiene queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también
hacedlo vosotros.
Lo que nos enseña el Manual de la Vida, es que no debemos
pretender cambiar al cónyuge, sino aceptarlo tal y como es y disponerse a
soportar esa diferencia en su forma de ser que no nos agrada. Cuando aceptamos
la forma de ser de nuestro cónyuge, será mucho más probable que él o ella
acepte también nuestra forma de ser. La verdad es que nadie es perfecto, por lo
tanto si yo pretendo que mi cónyuge cambie algo en su forma de ser, me expongo
a que él o ella también me exija cambios a mí, y esa parte no nos gusta mucho.
Definitivamente lo que más nos conviene entonces es obedecer la instrucción del
Señor y aceptarnos y soportarnos mutuamente con una actitud de gozo y no de
pesar.
Estamos hablando de características en cuanto a la forma
de ser, personalidad o temperamento. No estamos hablando de vicios, adicciones,
violencia doméstica o actitudes destructivas. En ese caso hay que buscar ayuda
inmediata, esencialmente espiritual y profesional para saber cómo enfrentar
esas debilidades emocionales.
Por lo demás, debemos asumir una actitud tolerante y
constructiva. Es totalmente normal que los cónyuges tengamos ideas diferentes,
en cuanto a cómo manejar muchos asuntos familiares. A nosotros nos pasa con mi
esposa, que frecuentemente tenemos ideas diferentes cuando queremos hacer algo
por ejemplo para los hijos. Yo pienso en hacer una actividad de una forma y a
mi esposa le parece que esa no es la forma correcta. Ambos tenemos que asumir
una actitud de tolerancia, para seguir hablando del tema sin pretender
imponernos ninguno al otro, sino seguir buscando opciones en las que los dos
nos sintamos de acuerdo. Honestamente les decimos, que cuando hay una actitud
saludable y humilde, siempre encontramos respuestas en las que los dos estamos
de acuerdo.
No buscando culpables, sino soluciones
Se debe atacar el problema, no el uno/a al otro/a. Por lo general un ataque
mutuo puede afectar más la relación y ser preámbulo para otra mayor. Tampoco
busquemos la manera de herir a nuestra pareja. El problema es real y debemos
buscar una solución sin herir los sentimientos del otro o la otra, más aún
cuando ya no tenemos argumentos para defender nuestra posición. Las soluciones
han de ser propuestas concretas de nuevas conductas para ambos. Procuremos
proponer la nuestra en primer lugar.
Para eliminar entonces este tipo de ansiedad en el
Matrimonio, la pareja debe asumir una actitud de tolerancia y respeto por las
ideas y conceptos del cónyuge. Orar al Señor para que les de discernimiento a
ambos y hablar sobre el tema con libertad y con paciencia, hasta que logren
encontrar respuestas que ambos estén de acuerdo. La misión del hombre como
cabeza de hogar es guiar a su esposa a buscar alternativas y soluciones con
fundamento bíblico, no a imponer su criterio simplemente porque es el cabeza
del hogar. Ser el líder del hogar no implica una autoridad absoluta de voluntad
sobre su esposa, sino más bien un liderazgo que guía a su esposa a conclusiones
y decisiones basadas fundamentalmente en la palabra de Dios.
Si has estado tratando de “cambiar” a tu cónyuge a tu
manera, pídele perdón y toma la decisión de ser más tolerante y paciente con él
o ella. No juzgues ni maltrates ni critiques a tu cónyuge porque piensa
diferente a ti. Recuerda que dos cabezas piensan mejor que una sola. Une tus
pensamientos con los de tu cónyuge y tendrá una visión mucho mayor para
resolver cualquier problema en la vida.
Otro error es el de no saber pedir perdón. Para pedir
perdón hay que ser humildes. De hecho, existe mucha soberbia y orgullo en los
matrimonios y en muchas personas que no quieren reconocer que han cometido un
error. Saben que hicieron daño, pero no se han despojado de su orgullo y su
soberbia. Hay que aprender a pedir perdón cuando se ha fallado.
Este error de no saber pedir perdón es muy común. Si éste
es tu caso, ya es tiempo de cambiar. Aprende a perdonar. Perdonar implica
olvidar y olvidar es enterrar el pasado y seguir adelante. No hay
reconciliación sin perdón, la brecha se hace más grande cuando definitivamente
no se perdona. Aprende a perdonar y a pedir perdón
Espero que hayas escogido la tercera opción. Si hay
alguien que puede entender la traición es Jesús, en Lucas 23:34 dijo: “¡Padre,
perdona a toda esta gente! ¡Ellos no saben lo que hacen!”, así que El entiende
tu dolor y está presto para sanarte y ayudarte en el proceso. Las heridas son
oportunidades para crecer y madurar en la vida
Tú matrimonio y tu familia es el tesoro más valioso que
Dios te ha dado. CUÍDALO!
Por: ParejasBendecidas
No hay comentarios:
Publicar un comentario