miércoles, 22 de agosto de 2012

Buenas Relaciones Matrimoniales


 “Yo los declaro marido y mujer,” dijo el ministro oficiante. Entonces el novio, con mucha ternura descubrió el velo de su flamante esposa y la besó con pasión arrobadora. Cualquiera habría dicho, como en los finales de los cuentos de la niñez, “Y vivieron para siempre muy felices”. Pero, esa parejita no duró ni siquiera un año casada.

¿Qué hace que tantos matrimonios se destruyan y no cumplan los ideales de amor, felicidad y armonía que se prometieron tan convincentemente el día de la boda?
Hay muchas causas para el divorcio. Cada una de ellas sería buen material para compartir contigo. Pero quiero mencionar una, que después de muchos años de vivir felizmente casada, y de aconsejar junto con mi esposo a muchas parejas, he hallado que es muy grave y destructora de hogares. La falta de comunicación tumba hogares y deja parejas (que pudieron haber sido muy felices) partidas en dos. Y lo que es peor, deja muchos niños afectados para el resto de su vida.
La comunicación es vital entre la pareja. Me refiero a la buena comunicación. Aquella que parte de dos vidas que han decidido ser transparentes el uno con el otro. La transparencia engendra confianza, la confianza engendra la oportunidad de hablar y ser escuchado. Cuando hay una buena comunicación se pueden compartir los deseos, los sueños, lo que nos gusta, lo que no nos gusta, nuestras opiniones. La buena comunicación no acusa, no insulta, no rebaja; sí escucha atentamente, y no tergiversa lo que oye.
Dice un autor, amigo nuestro, que”comunicar es establecer un puente. Es unir dos partes para permitir que una valla hasta donde la otra, y la otra pueda regresar con confianza al lado de la primera. Comunicar en el matrimonio es permitirle al cónyuge entrar en el secreto de nuestra vida, y es a la vez entrar en el secreto de la vida de él o ella”.
Sí, mis estimados lectores, comunicarse es establecer un “diálogo”. Pero mucha gente sólo hace “monólogos” que por lo general terminan en gritos, insultos, desprecios y hasta abuso fisico. “Sin comunicación se pavimenta la carretera hacia el divorcio”, dice otro autor cristiano.
Pero ¿saben un secreto? Para poder dialogar con el esposo o la esposa, es necesario también aprender a dialogar con Dios. Imagínense, si uno no puede abrir su corazón y ser transparente con un ser tan puro, tan bueno, tan lleno de gracia y amor como es Dios, ¿cómo va a abrir su corazón para compartir su vida y sus consecuencias con un hombre o mujer que está, igual que todos los demás, sometido a la esclavitud del pecado?
¡Salve su hogar, salve su matrimonio! Pero sálvelo de la manera correcta. Por la fe y el arrepentimiento venga a Jesucristo, reconózcalo como su Señor y Salvador, ríndase a Él totalmente; y Él traerá a su casa la salvación, un estilo de vida nueva, y “gotas de felicidad comenzarán a destilar de su matrimonio ahora mismo”.
Por: Noemí Mottesi

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